Constanza y el regreso a La Casa Azul
Son apenas las 10 de la noche y parece que ha pasado mucho tiempo y muchas vidas: Ella y Èl; Diana, Mario y Gerardo... Diana nos conmovió. Sólo ella sabe la fuerza de las palabras, de la ùltima palabra.
Son apenas las 10 de la noche y parece que ha pasado mucho tiempo y muchas vidas: Ella y Èl; Diana, Mario y Gerardo... Diana nos conmovió. Sólo ella sabe la fuerza de las palabras, de la ùltima palabra.
Constanza se anima y nos permite asomarmos a la Casa Azul...

Constanza se alejaba así de “La Casa Azul ”, dejaba el lugar en dónde habían nacido y crecido los niños. Pero más importante, dejaba al abuelo: un gran hombre, noble, detallista, leal, cariñoso, consentidor, romántico, un pintor, bohemio y amante de la música y el arte. ¡Un hombre admirable!
El abuelo, triste por la partida de los niños y Constanza, se quedó con todos sus recuerdos: el más importante, Mamá Cris, quien hacía 17 años se fue por una enfermedad… Ella era una mujer refinada, detallista, trabajadora, gran mamá y la iniciadora de ese gran proyecto: “La Casa Azul ”.
Vivir en Querétaro fue una experiencia maravillosa para los tres, donde se construyeron grandes amistades. Hubo momentos divertidos: el ballet de Victoria y el foot de Esteban, tiempos y espacios de tranquilidad, paz y armonía. Disfrutaron esa ciudad tan hermosa con sus arcos, su cultura e historia siempre presentes, las calles y casonas antiguas, los paseos de los fines de semana en el centro con sus artesanías y luces, el cielo limpio y estrellado, las mañanas caminando por el centro sin gente y disfrutando la humedad y de un buen café, tantas cosas lindas. Constanza no deja de suspirar por esos momentos.
En una visita a la gran ciudad después de algunos meses en provincia, se encontró a un personaje mucho mayor que ella (a quien ya conocía desde hacía muchos años), intercambiaron datos y tiempo después, la buscó. Al principio se dio una amistad linda, hasta que las mentiras y la hipocresía destruyeron la relación y la decepcionaron enormemente.
En otro viaje a la gran ciudad, Alinka la llamó y le ofreció una oportunidad de trabajo. Esa situación le generó a Constanza una serie de dudas y miedos: significaba dejar la tranquilidad que tanto disfrutaba y a muchas amistades, pero también era iniciar un proyecto que ella había esperado. A Victoria y Esteban les encantó la idea de regresar a su casa… “La Casa Azul ” (su espacio). Y finalmente tomó la decisión y regresaron.
La invitación de Alinka representaba para ella hacer un esfuerzo enorme por trasladarse a grandes distancias y dejar de dedicarles más tiempo a los niños, pero logró organizarse. Y ahí en ese espacio, con ese esfuerzo y feliz por la oportunidad, Constanza conoció a “Su aliento, Su Ilusión”… Ese hombre que jamás imaginó que llegaría y que tanto había esperado…
Continuará...
A veces hay que recorrer grandes distancias para encontrar lo que buscamos en el punto de partida. Todos, de una manera u otra, regresamos a nuestros orígenes, o al menos, eso decìa mi abuela.
ResponderEliminarNos armamos de tiempo, de valor, de lágrimas, de sueños, de recuerdos. Habitamos nuestro espacio y nuestro cuerpo. Las posibilidades son infinitas. Podemos crear nuevas versiones ¿Cuántas? En esta narración podemos escuchar la respiración, ver la danza acompasada de los ojos pero, sobre todo la pasión por la vida, el viaje del encuentro, la ternura de ir cabalgando tras el sol con los nuestros, a quienes amamos. La ebullición en pleno del lado femenino. Constanza armada, habitada, que mira y siempre encuentra la posibilidad. Felicidades el proyecto me parece justo, visionario y siempre inacabado
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