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lunes, 18 de abril de 2011

LA POSIBILIDAD Capítulo VIII

Ya lo bailado...


--!Abran la puerta...!-- dice Morgana a quien conteste. Alguien lleva un buen rato tocando el timbre.
--¿Es el pasado? --pregunta Luisa.
--No tonta, debe ser Pepa, avisó que llegaba tarde.
Pepa era otra maestra del clan. Impredecible, dicharachera, siempre con una historia que contar. En cuanto cruzó la puerta, comenzó a hablar:
--¿Qué creen que me pasó y a quién creen que me encontré...?
Es una pregunta retórica, porque sabemos que nos platicará de todos modos:

Era la primera vez que lográbamos sincronizar agendas para cenar, después de muchos meses de planeación, intentos fallidos y frustración, y teníamos que encontrarnos precisamente a Isabel, la maestra con quien menos contacto tenía en la escuela. Y para colmo, iba acompañada de su marido.
Me anticipaba al placer de disfrutar un momento juntos, luego de unas semanas marcadas con tanto trabajo, casa, hijos, compromisos, responsabilidades. Lo apreciábamos como un espacio-tiempo ganado a la rutina. De veras que no lo creía cuando todo coincidió para vernos. Pero algo tenía que salir mal: y allí estaba, en la figura menudita de Isabel y su corpulento esposo.

¡Vaya suerte la  nuestra! Habíamos elegido el lugar por encontrarse en un barrio pobre, alejado de los locales de moda donde podríamos ser reconocidos por familiares, amigos, clientes, alumnos y vecinos propios y de nuestros cónyuges.
El lugar estaba lleno a reventar, no sé si de parejas furtivas como nosotros o solo de acompañantes ocasionales. Era un local sin chiste, pero ideal: poca iluminación, precios razonables, música no muy fuerte, mesas para cuatro personas, aunque generalmente ocupadas por dos.
Nos acababan de asignar una  mesa en una zona cercana al rincón, y justo, cuando me daba un beso, Isabel miró en la dirección en que yo estaba y sonrió tímidamente. En una acción repentina, tomó la mano de su esposo y se encaminó a donde nos encontrábamos. Miré a mi pareja con cara de pánico ¡Vienen hacia acá! Ni como correr.
Isabel había cambiado un poco desde que comenzó el año escolar: de ser una persona anodina, con el cabello recogido en una coleta sin chiste, blusas holgadas y sin maquillaje, había empezado a usar labial discreto, sombras pastel. Ahora peinaba su cabello con una ondita aquí, un brochecito allá, que mostraban una coquetería sutil muy femenina. Se le veía una chispa nueva en la mirada que yo le atribuí a sus lentes de contacto. Sí, eso era, se había quitado los lentes redondos y anticuados y ahora usaba de contacto.
Mi acompañante, un tanto nervioso, me susurró: “Tranquila, yo me encargo”, y me regaló  una de esas sonrisas que siempre me derriten. El esposo de Isabel, desconcertado, intentó detenerla suavemente, pero fue empujado por alguien y no tuvo más remedio que acercarse.
¡Las presentaciones! ¿Cómo iba yo a presentar a mi detalle: El Señor X…Mi amigo Tal…Mi querido? Parecía escuchar el mecanismo de mi cerebro andar a mil por hora para dar con una respuesta ingeniosa que nos sacara del atolladero cuando Isabel, en un abrazo espontáneo, me dijo al oído: “¿Me acompañas al baño?”. Claro, cualquier cosa que retrasara el momento de la verdad y me diera tiempo de pensar.

¿Qué decirle si vio cómo me besaba? ¿Qué era mi primo cariñoso, mi amigovio, amigo con derechos? Ella sabía que yo estaba casada, pero no conocía a mi marido, ni yo al de ella. ¿Cómo reaccionaría su pareja al saber    que se encontró a la compañera de trabajo de su mujer en compañía del “otro”?
Mi angustia se reflejó en la cara de Isabel, una vez que entramos en el tocador de Damas, y antes de que pudiera hacer o decir algo, me pidió: “Por favor, no le digas a nadie que nos encontramos. Mi marido salió de viaje de trabajo y es la  única ocasión que tenemos para vernos Mauricio y yo.”
¡Uff, respiré tranquila! Ahora sí, que vengan las presentaciones, la comida, la bebida, que tenemos mucho que platicar. Después de todo, lo bailado ya nadie nos lo quita.
Continuará...

1 comentario:

  1. Upssss....suele suceder.....cada quién sabe lo que trae a cuestas..., en las relaciones de pareja la vida te lleva por caminos tan inexplicables. Uno se casa para toda la vida, enamorad@ e ilusionad@ y a la vuelta de la esquina la aquilosada cotidianeidad, las frutraciones matrimoniales no resueltas y la necesidad de sentirse un@ viv@ detonan tantas cosas...felicidades. GNO

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