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sábado, 23 de abril de 2011

LA POSIBILIDAD Capítulo IX

Cuentos para antes de hacer el amor
--¿Sigues con Él?—pregunta Pepa, siempre tan directa, a Ella.—¿O sigues mandándole mensajitos?
--Ahora son cuentos. ¿Quieres ver uno de los más recientes?
En una ocasión, la directora de la escuela donde trabajaba me pidió que organizara una Feria del Libro. Hicimos un diagnóstico de gustos de lectura, y después, junto con otra maestra, fuimos de librería en librería buscando aquellos que nos habían encargado y otros más para satisfacer a todos.
Compramos ¡uf! Los que quieras: de terror, de espanto, de animales, de consejos, de dibujos, de lucha, de superación personal, de recortar, de deportes, etc. Toda una amplia gama de temas y precios para los alumnos de entre 12 y 16 años.
La última librería que visitamos fue Gandhi y solo para satisfacer cierta curiosidad de la maestra que me acompañaba: buscaba algo para bebés.
En la búsqueda, encontré un libro que me llamó mucho la atención: “Cuentos para antes de hacer el amor”. Estuve tentada en llevármelo, pero decidí dejarlo porque con lo distraída que soy, lo hubiera dejado junto con los otros. ¿Se imaginan un título así entre “Cuentos de terror” y “Mi maestra es un monstruo”?
La feria fue todo un éxito, se vendieron hasta los catálogos y  folletos que conseguimos. Al final, recordé mi libro de cuentos y me prometí que volvería pronto  por él.
La verdad, tardé un buen rato en regresar a la librería, hasta que un día, con presupuesto y tiempo, entré por esos pasillos olorosos a nuevo, a tinta, a papel, a pasta dura y rústica; a conocimiento heredado y convertido, a nuevas ideas y viejas concepciones; a guerra, a paz; a manuales de redacción. Todo un templo de palabras a disposición de quien las necesite o las ame.
No contaba con que en ese tiempo que tardé, la librería tendría otras ofertas y habría colocado nuevos libros en los estantes en que antes se mostrara el que yo estaba buscando. ¿Cómo se piden  “Cuentos para antes de hacer el amor”? ¿A quién? ¡Qué pena!
Di varias vueltas por donde lo vi, revisando lentamente cada ejemplar de la casa editorial. Las manecillas del reloj estaban llegando rápidamente al punto en que tendría que salir corriendo por mis hijos a la escuela. Tardé un buen rato en decidir  que mi instinto y mi olfato no me guiarían al objeto de mi deseo.
Roja de vergüenza, me dirigí al primer empleado de camiseta amarilla y pantalón oscuro que me observaba con cara de curiosidad desde que entré. Pensé que pensaba: “Ya necesitarás de mis servicios, tarde o temprano, todos preguntan”.

--Perdón, estoy buscando el libro “Cuentos para antes de hacer el amor”—dije rápidamente para que no se notara mi turbación.
La persona en cuestión se tomó su tiempo, abrió los ojos grandes y espetó:
--Yo no trabajo aquí, pero…
Salí corriendo, no esperé la segunda parte de la frase.

La respuesta de Él a este cuento fue...
Continuará

lunes, 18 de abril de 2011

LA POSIBILIDAD Capítulo VIII

Ya lo bailado...


--!Abran la puerta...!-- dice Morgana a quien conteste. Alguien lleva un buen rato tocando el timbre.
--¿Es el pasado? --pregunta Luisa.
--No tonta, debe ser Pepa, avisó que llegaba tarde.
Pepa era otra maestra del clan. Impredecible, dicharachera, siempre con una historia que contar. En cuanto cruzó la puerta, comenzó a hablar:
--¿Qué creen que me pasó y a quién creen que me encontré...?
Es una pregunta retórica, porque sabemos que nos platicará de todos modos:

Era la primera vez que lográbamos sincronizar agendas para cenar, después de muchos meses de planeación, intentos fallidos y frustración, y teníamos que encontrarnos precisamente a Isabel, la maestra con quien menos contacto tenía en la escuela. Y para colmo, iba acompañada de su marido.
Me anticipaba al placer de disfrutar un momento juntos, luego de unas semanas marcadas con tanto trabajo, casa, hijos, compromisos, responsabilidades. Lo apreciábamos como un espacio-tiempo ganado a la rutina. De veras que no lo creía cuando todo coincidió para vernos. Pero algo tenía que salir mal: y allí estaba, en la figura menudita de Isabel y su corpulento esposo.

¡Vaya suerte la  nuestra! Habíamos elegido el lugar por encontrarse en un barrio pobre, alejado de los locales de moda donde podríamos ser reconocidos por familiares, amigos, clientes, alumnos y vecinos propios y de nuestros cónyuges.
El lugar estaba lleno a reventar, no sé si de parejas furtivas como nosotros o solo de acompañantes ocasionales. Era un local sin chiste, pero ideal: poca iluminación, precios razonables, música no muy fuerte, mesas para cuatro personas, aunque generalmente ocupadas por dos.
Nos acababan de asignar una  mesa en una zona cercana al rincón, y justo, cuando me daba un beso, Isabel miró en la dirección en que yo estaba y sonrió tímidamente. En una acción repentina, tomó la mano de su esposo y se encaminó a donde nos encontrábamos. Miré a mi pareja con cara de pánico ¡Vienen hacia acá! Ni como correr.
Isabel había cambiado un poco desde que comenzó el año escolar: de ser una persona anodina, con el cabello recogido en una coleta sin chiste, blusas holgadas y sin maquillaje, había empezado a usar labial discreto, sombras pastel. Ahora peinaba su cabello con una ondita aquí, un brochecito allá, que mostraban una coquetería sutil muy femenina. Se le veía una chispa nueva en la mirada que yo le atribuí a sus lentes de contacto. Sí, eso era, se había quitado los lentes redondos y anticuados y ahora usaba de contacto.
Mi acompañante, un tanto nervioso, me susurró: “Tranquila, yo me encargo”, y me regaló  una de esas sonrisas que siempre me derriten. El esposo de Isabel, desconcertado, intentó detenerla suavemente, pero fue empujado por alguien y no tuvo más remedio que acercarse.
¡Las presentaciones! ¿Cómo iba yo a presentar a mi detalle: El Señor X…Mi amigo Tal…Mi querido? Parecía escuchar el mecanismo de mi cerebro andar a mil por hora para dar con una respuesta ingeniosa que nos sacara del atolladero cuando Isabel, en un abrazo espontáneo, me dijo al oído: “¿Me acompañas al baño?”. Claro, cualquier cosa que retrasara el momento de la verdad y me diera tiempo de pensar.

¿Qué decirle si vio cómo me besaba? ¿Qué era mi primo cariñoso, mi amigovio, amigo con derechos? Ella sabía que yo estaba casada, pero no conocía a mi marido, ni yo al de ella. ¿Cómo reaccionaría su pareja al saber    que se encontró a la compañera de trabajo de su mujer en compañía del “otro”?
Mi angustia se reflejó en la cara de Isabel, una vez que entramos en el tocador de Damas, y antes de que pudiera hacer o decir algo, me pidió: “Por favor, no le digas a nadie que nos encontramos. Mi marido salió de viaje de trabajo y es la  única ocasión que tenemos para vernos Mauricio y yo.”
¡Uff, respiré tranquila! Ahora sí, que vengan las presentaciones, la comida, la bebida, que tenemos mucho que platicar. Después de todo, lo bailado ya nadie nos lo quita.
Continuará...

BREVEDADES PROFUNDAS de Eyn

Tu aroma

Soy una historia más de mujeres, como creo que habrá otras iguales, o a lo mejor no.
Viví 20 años casada con un hombre "bueno" hasta dejó de serlo: me fue infiel y me divorcié. Después de tres años, estaba convencida de que había sido lo mejor, claro el divorcio. Antes profesora por la mañana y mamá y ama de casa el resto del tiempo. Todo era la familia. Jajajaja, si me hubieran dicho en esos tiempos lo que iba a vivir a los 45 me hubiera reído hasta desmayar.
Y es que por esas fechas, llegó a trabajar a mi escuela un profesor muy joven: 30 años de 1.80 de estatura, fornido y guapo (para mí). Se empezó a juntar conmigo en todo momento: me seguía, me quería acompañar a todos lados. Se asomaba desde el pasillo, el piso superior o el marco de cualquier puerta para verme llegar --tarde por cierto--. Yo atravesaba el patio de la escuela para llegar a mi aula y sentía su mirada como una sombra que no se despegaba de mí hasta que por fin cruzaba por la puerta.
Cuando no lo veía mirándome, de pronto, se aparecía ante mí y lo oía decirme al oído: "No necesito verte llegar, sé que has llegado porque percibo tu aroma desde donde esté". Bueeeno, esas palabras dichas por él, en esos momentos, hasta me parecían broma o juego. Yo le decía: “No te burles” o “¡¡te volviste loco!!!!”. Luego empezó a mandarme mensajitos lindos por el celular, todos los días, todas las noches y eso me hizo sentir especial, me sentí nuevamente adolescente y mi panza experimentó de nuevo mariposas.
Entonces el flirteo se volvió mutuo. Él me dijo que yo le atraía. No le quería creer pero era muuuy evidente. A menudo se le notaba la ansiedad cuando estábamos cercanos en espacio, pero tan lejanos en tiempo, pensaba yo. A mí me daba risa su alteración y caminaba, se paseaba, iba, regresaba y no se alejaba. Una de esas tantas veces sentí que una corriente eléctrica recorría mi cuerpo de pies a cabeza junto con un impulso loco de abrazarlo y besarlo que tuve que contener muy a mi pesar.
Llegó el día que me dijo querer ser más que mi amigo. “Jajaja”, me reí. Le contesté: “Busca una chica linda de tu edad, yo te llevo muuuuchos años”. Él me contestó que eso no importaba, que me invitaba a vivir el momento, a disfrutar la vida, que me admiraba, me quería y le encantaba, así: "!!ME ENCANTAS!!”. Yo me sentí muy confortada, mi ego hecho añicos hacía tres años se levantó y entonces recuperé mucho de mí, volví a ver mi esencia.
Quiero decirles que me resistí, muchas veces vencí el deseo y me negué, pero el día que él me dijo: "TE QUIERO COMER A BESOS, ME ENCANTAS" y me robó un beso entre tierno y apasionado en la boca, no pude más y correspondí.
Desde entonces vivo cada día, cada instante, pensando en él. No sé cuanto dure, no sé a donde me lleve. Sé que es una locura, yo no la busqué, pero llego a mí y lo adoro.

sábado, 9 de abril de 2011

LA POSIBILIDAD Capítulo VII

¿Quién le abrió la puerta al pasado?


Se ha hecho el silencio. Nos miramos todas y nos preguntamos ¿quien le abrió la puerta al pasado? Ella piensa en voz alta...

 “El pasado no regresa si no le abres la puerta”, leí en el mensaje personal de Lula. No le entendí, seguramente se refería a algún suceso de su vida. Sin embargo, presagiaba cambios en la mía…
¿Quién le abrió la puerta al pasado? Me pregunto y sigo cuestionándome. Cómo fue que dejé pasar una idea perdida en el tiempo, y al hacerlo, se fueron abriendo ventanas, hoyos, agujeros, puertas y más puertas… primero él (convertido en huracán y en canción de Lady Gaga), luego aquélla, después fotos, y finalmente, mi diario que da cuenta de cada plantón y desplante de que fui objeto durante una temporada.

¿Quién lo dejó entrar? ¡Vaya pregunta! fui yo, explorando el ciberespacio en busca de información. Pero cuando abres una pequeña ventanita, se desatan fuerzas desconocidas que acaban por abarcarlo todo, y más ahora, que estamos a solo un clic de distancia y a dos segundos de cualquier persona alrededor del mundo, digo, si tienes banda ancha y una buena computadora.
He descubierto que no hay casualidades, sino causalidades, aunque el  motivo real y último no se manifieste claramente a la primera. Es como cuando tomas un camino y no otro, y te salvas de que te asalten, o te encuentras a alguien que será importante en tu vida. “Los caminos del señor son inescrutables”, dice él.
Releyendo mi diario, encuentro a los mismos personajes que se repiten después de 20 años (25 para ser exactos). Los mismos que reaparecieron cuando abrí la puerta. Y recuerdo: “Todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se repiten dos veces… la primera vez como tragedia y la segunda vez como comedia”. (K. Marx, Introducción al 18 brumario).
Pido: ¡Por favor, Dios, que ésta sea la comedia!, me hace falta reír un poco.
También me hace pensar que en esta vida ya están repartidos los papeles y los guiones, que nos movemos dentro de un escenario que solo da vueltas, una escenografía que unas veces muestra un radiante sol con florecitas y abejitas; otras, un huracán que deja el paisaje en la desolación total; en algunas ocasiones, es un espacio rutinario donde sube y baja el telón, y nada se mueve. A veces el cambio es drástico, a veces más relajado.
Comparo los personajes del pasado  y del presente, y hemos cambiado. Ya no somos los mismos. El maquillaje y el vestuario han evolucionado con la moda. El parlamento presenta un cambio de formas, pero no de fondo. Las fotos me regresan mi imagen tersa, sin arrugas y sin canas, que si bien hoy son disimuladas con el maquillaje y el tinte, yo sé que están aquí.
Los mismos personajes… hemos avanzado por diferentes rutas hacia distintos destinos, para encontrarnos en un lugar sin lugar ni tiempo. Allá, arriba, en la web, la telaraña mundial. ¿Atrapados en una historia?
Por favor, que esta repetición de la historia sea la comedia, ya he llorado mucho.
Continuará...

viernes, 8 de abril de 2011

BREVEDADES Profundas

Esta es una historia más en la vida de una mujer. Sí, una mujer como muchas que trabajan, que cree en sí misma, que tiene sueños, ilusiones y ganas de caminar junto con su familia y con su pareja. Sí, eso dije: "con su pareja", quien se supone es su apoyo o, debo decir, era... porque hace poco, cuando junto con mis socias iniciamos un proyecto que demandó mucho de nuestro tiempo,  a partir de éste, cambió. Hoy no está cerca. Me pregunto: ¿por qué un hombre quien se supone es tu apoyo como pareja, te da la espalda cuando esperas lo contrario?, ¿será que quiere más de mi atención? ¿No se debe llamar a esto egoismo? Pues bien, una vez más una respuesta no esperada. 
Hasta la próxima. 
Penélope

domingo, 3 de abril de 2011

LA POSIBILIDAD Capìtulo VI

Constanza y el regreso a La Casa Azul

Son apenas las 10 de la noche y parece que ha pasado mucho tiempo y muchas vidas: Ella y Èl; Diana, Mario y Gerardo... Diana nos conmovió. Sólo ella sabe la fuerza de las palabras, de la ùltima palabra.
Constanza se anima y nos permite asomarmos a la Casa Azul...
Ya hace algunos años que Constanza, Victoria y Esteban vivían solos con el abuelo. Hace ya casi  tres años  que decidió salir de la ciudad más grande y mudarse a la ciudad de Querétaro. ¿Para qué? Para buscar un mejor ambiente para ella y sus hijos.  Esta decisión (aunque difícil) fue un intento de cambiar de vida e incluso de mantener una distancia mucho mayor con el padre de sus vástagos, la cual era ya muy desgastante. 
Constanza se alejaba así de “La Casa Azul”, dejaba el lugar en dónde habían nacido y crecido los niños. Pero más importante, dejaba al abuelo: un gran hombre, noble, detallista, leal, cariñoso, consentidor, romántico, un pintor, bohemio y amante de la música y el arte. ¡Un hombre admirable!
El abuelo, triste por la partida de los niños y Constanza, se quedó  con todos sus recuerdos: el más importante, Mamá Cris, quien hacía 17 años se fue por una enfermedad… Ella era una  mujer refinada, detallista, trabajadora, gran mamá y la iniciadora de ese gran proyecto: “La Casa Azul”.
Vivir en Querétaro fue una experiencia maravillosa para los tres, donde se construyeron grandes amistades. Hubo momentos divertidos: el ballet de Victoria y el foot de Esteban, tiempos y espacios de tranquilidad, paz y armonía. Disfrutaron esa ciudad tan hermosa con sus arcos, su cultura e historia siempre presentes, las calles y casonas antiguas, los paseos de los fines de semana en el centro con sus artesanías y luces, el cielo limpio y estrellado, las mañanas caminando por el centro sin gente y disfrutando la humedad y de un buen café, tantas cosas lindas. Constanza no deja de suspirar por esos momentos.
En una visita a la gran ciudad después de algunos meses en provincia,  se encontró a un personaje mucho mayor que ella (a quien ya conocía desde hacía muchos años), intercambiaron datos y tiempo después, la buscó.  Al principio se dio una amistad linda, hasta que las mentiras y la hipocresía destruyeron la relación y la decepcionaron enormemente.
En otro viaje a la gran ciudad, Alinka la llamó y le ofreció una oportunidad de trabajo. Esa situación le generó a Constanza una serie de dudas y miedos: significaba dejar la tranquilidad que tanto disfrutaba y a muchas amistades, pero también era iniciar un proyecto que ella había esperado. A Victoria y Esteban les encantó la idea de regresar a su casa… “La Casa Azul” (su espacio). Y finalmente tomó la decisión y regresaron.
La invitación de Alinka representaba para ella hacer un esfuerzo enorme por trasladarse a grandes distancias y dejar de dedicarles más tiempo a los niños, pero logró organizarse.  Y ahí en ese espacio, con ese esfuerzo y feliz por la oportunidad, Constanza conoció a “Su aliento, Su Ilusión”… Ese hombre que jamás imaginó que llegaría y que tanto había esperado…
Continuará...

TOMA NOTA

Quienes aparecen en este blog son personajes de novela. Cualquier semejanza con la realidad es Mera Coincidencia. Si pasas por aquí, deja un comentario. Si te gustó, recomiéndanos. Si no te gustó, también recomiéndanos, no desaproveches la oportunidad de sorprender a alguien más. Gracias Nosotras